“Ciudad Oculta ”
En Mar del Plata hay una cantidad de artistas plasticos que, aunque talentosos, no muestran sus obras. Consecuencias de un circuito cultural acotado, ausencia de mercado y falta de interes hacia la produccion local.
por Agustín Marangoni
La ciudad es una sucesión de
oquedades. La gente vive en
cubos irregulares de material
rígido, adornados a gusto y
parecer de sus habitantes. La urbanidad
todo lo endurece: avanza
a fuerza de calles y paredes. Límites
bien definidos, centímetro por
centímetro. Dentro de esos huecos
el arte sucede. Hay personas
que escriben, por ejemplo. O dibujan.
O sacan fotografías. O tocan
el piano. Surgen ideas constantemente,
que crecen en tanto
existe la posibilidad de trascender
los límites de ese cubo.
En Mar del Plata hay artistas,
muy talentosos, que no consiguen
entablar una conexión real con el
público porque el circuito cultural
de la ciudad está desgastado.
Hay pocos espacios, y muy poca
voluntad para abrir posibilidades.
Entonces, trabajan dentro de
sus casas y se guardan para sí mismos,
amigos y familiares, o para
mercados ajenos a la ciudad. Puntualmente
en la esfera de la plástica,
este panorama exhibe tres posibilidades:
continuar creando
para uno mismo, sin intención de
mostrar lo hecho; revolver cielo y
tierra en busca de apoyo para intentar
instalar un producto –casi
una utopía- o buscar horizontes
en otras ciudades: en un 85% es Capital Federal; en un 10% Europa
y Estados Unidos –los que tienen
el dinero suficiente- y en un
mínimo porcentaje Rosario, ciudad
que en los últimos años ha ganado
una presencia cultural fuerte.
Aunque, hay que reconocer, es
un tanto cerrada también. Ninguno
de estos tres lugares ofrece el
paraíso sin riesgos, pero sí, al menos,
propone posibilidades reales.
Luego, el crecimiento llega en
relación directa con el esmero: trabajo
constante, virtuosismo y relaciones
públicas. Sea donde sea.
Yamandú Rodríguez, artista
plástico y guitarrista de Loquero,
explica que el principal problema
de Mar del Plata es la falta de
interés por el producto artístico.
Al no haber demanda, se hace imposible
progresar. “Eso hace que
las intenciones y las pilas de los artistas
no prosperen, o que hagas
las cosas para ser mostradas en
otra ciudad. Producís acá, pero
nadie lo ve”, dice.
El panorama es difícil. Yamandú –conocido como Anteojo en el circuito punk- señala que en Mar del Plata no hay periodismo especializado, ni crítica, ni galeristas, ni museos con una infraestructura acorde. “En Buenos Aires, por ejemplo, hay un ambiente, un microclima que contiene a los artistas y un medio de muchas personas interactuando cosa que, lamentablemente, no sucede acá. Entonces, te preguntás: ¿Para qué muestro en Mar del Plata? ¿Para que vayan sólo algunos amigos y otros artistas?”, comenta.
Pero el problema está también
en la ausencia de un mercado. Y
en este punto el análisis va más
allá de la falta de interés del público:
es evidente que no hay tampoco
iniciativa desde la esfera política
para generarlo. Opina Yamandú:
“La ciudad crecería con un
museo de arte, una bienal, eventos
que, se sabe, atraen al turismo cultural.
Pero los funcionarios locales
parece que no ven esa veta”.
La artista plástica Mariel Polinotto destaca
que hace más de una
década que en la ciudad no hay galerías
de arte, lo cual frena de raíz la
posibilidad de establecer un mercado.“Cuando empecé, a fines de
los 70, había muchas galerías, teniendo
en cuenta que Mar del Plata
es una ciudad turística. Los artistas
porteños se sacaban los ojos para
encontrar fecha de exposición durante
la temporada. A los marplatenses
que recién empezábamos
nos costaba mucho ubicarnos. Había
mercado. Ya no lo hay. La gran
duda, que muchas veces comentamos
con otros artistas de mi época,
es saber qué hace la gente con la
plata. Parecería que hay una preferencia
por tener varios pares de zapatillas
de marca”, ilustra.
Polinotto también analiza que los estudiantes de arte, por ejemplo los egresados de la Escuela Martín Malharro, una vez que se reciben no producen arte. El motivo: falta de incentivo por parte de las instituciones educativas. “No se convocan a artistas de otras ciudades como para que los alienten. Todas las épocas fueron difíciles para seguir la carrera artística, pero al menos había posibilidades de escuchar en Mar del Plata gente destacada. Años anteriores ha venido desde Perez Celis hasta Vostell. La diversidad estética era notable”.
Yamandú, también profesor de la Malharro, destaca que no ve en los alumnos ganas de generar proyectos como sí se veía antes, pero adjudica esta situación a los cambios en la Ley Federal de Educación.“Actualmente arece que hay más dedicación en formar docentes que incorporar horas de taller”, sostiene. De todos modos, descarta que sirva detenerse en la situación de los estudiantes como punto de inicio en el análisis, porque el estudiante es justamente eso: un estudiante. El artista es aquel que ya tiene un vuelo creativo definido.
El artista plástico Miguel Canatakis también se refiere a la educación, pero no a nivel institucional, sino desde un enfoque social. La falta de interés en el arte, según sus argumentos, es consecuencia directa del deterioro educativo.“Primero está la educación y después la contemplación. Sin interés en la contemplación el artista no tiene demanda, entonces no puede generar”, explica.
En relación con la situación específica de Mar del Plata, Canatakis apunta que hay un error en la programación de las muestras. No le parece adecuado ocupar un espacio con las mismas obras durante dos meses y quitarle presencia a los artistas locales. “Los turistas que vienen en temporada no ven obras de marplatenses. Eso es una locura. Uno no puede comprar lo que no conoce. Esto tiene que ver con la tradición de mirar siempre hacia Buenos Aires. Hace 15 años tenías muestras cada dos semanas. Había una programación interesante. Hoy es esporádica”.
La época de apogeo de las galerías
de arte en la ciudad se extendió
desde fines de los 70 hasta casi
los 80. Hoy el circuito ya no existe,
apenas quedan dos o tres espacios
que reciben una mínima cantidad
de interesados en comprar una
obra. Quienes tienen la posibilidad
económica no lo tienen incorporado
como opción, pero no sólo
por un déficit estético, sino que ni
siquiera lo ven como inversión. El
dinero está, las láminas importadas
con marcos de 300 pesos se siguen
vendiendo. Y en cantidad.“Muchas veces pienso que la gente,
lamentablemente, tiene la idea
de que si está impreso es bueno.
La gente no se anima a elegir por su
cuenta. Aún teniendo la osibilidad
de comprar un original”, reflexiona
Polinotto. Para pensar.
Un círculo reducido
Para el plástico José María Casas otro de los principales problemas de la desaparición del mercado de arte plástico en Mar del Plata es la absoluta concentración económica que se da en Capital Federal, sumada a la crisis económica de los 90’ y la escasa culturización y re-iintroducción en el circuito de la compra de arte de las nuevas generaciones.“Hoy los jóvenes exitosos con plata, y ganas de gastarla, no están acostumbrados a ir a muestras. Y no creo que sea culpa de ellos. Los asesores siempre tienden a los mismos grandes maestros. Esto lo torna menos atractivo para el nuevo público. Se sigue cerrando el círculo, huele a viejo y sólo a inversión. Cuando comprar un cuadro siempre tenía un gusto extra. Actualmente lo sigue teniendo, pero para una minoría.
Entrevista
en el Semanario "El Marplatense", Martes 10 de Julio/2007, Pag
20.
Interview
on "El Marplatense", Jul 10, 2007. Pag 20.
© By Jose Maria Casas "two-", 1997-2007.